Para Juan por confiar en mis PAJARITOS.
Alfonso a descubierto que necesita atención, no le basta el beso ( amoroso?) de su madre cada mañana, ni el saludo protocolar con el que le recibe la secretaria al llegar a la oficina , ni los 5 minutos de “ aclaración de dudas” Que le regala su jefe, siempre antes de empezar la jornada ...¿y luego? Quien?! Se pregunta obsesionado.
Hoy nada mas llegar al trabajo a descubierto un pajarito de papel en el escritorio de Mariela, le parece que el bicho aquel esta ahí por ella, solo para ella , sin distracciones, con total y absoluta dedicación a su dueña.
Al principio lo mira de reojo ( “visión lateral a las 2 en punto” se repite en la cabeza) y mientras tanto en cada vistazo abstrae un poco, primero el doblez de las alas, la protuberancia de la cola, la esquina tensa que forma el piquito y como quien no quiere nada va construyendo uno para sí, de un papel mas grande, mas limpio, mejor; el final pero es imperfecto, tosco. Sin destruir su primera criatura coge otro papel, otra vez limpio, inmaculado; nuevo intento; una última mirada al pajarito original... tras 34 segundos, nueva criatura, imperfecta; y de nuevo un papel mas y luego otro, y otro y otro..
A las 12 del medio día lleva 21 pajaritos todos de cara hacia él, con total atención hacia su amo; sin embargo ninguno como el de ella, al otro lado del escritorio sigue indemne e impoluta la perfección.
Pasada las 2 como cada viernes la gente se empieza a marchar, primero el jefe, luego el técnico, después Mariela, al final la secretaria; Alfonso ni la mira ocupado como esta en reproducir sus pajaritos, hora y media después se da cuenta que ha acabado con el papel que le tienen asignado, se levanta y coge mas de los escritorios vecinos.
A las 6 de la tarde los pajaritos se han multiplicado por cientos, a tenido que esparcirlos por el suelo, entre las carpetas, encima los estantes , en las sillas y algunos incluso cuelgan de las 3 lámparas que adornan el local, la oficina entera parece invadida por ellos, podría parecer un caos, empero cumplen eso si una sola premisa: todos están de cara a él que a estas alturas se siente omnipresente; entre sus dedos el último , no sabe donde ponerlo, termina por dejarlo reposar en la palma de su mano; agotado levanta la vista hacia el escritorio de Mariela, sabe que es hora de irse.
Le jode que la perfección siga de espaldas a él.